Suiza lleva décadas siendo sinónimo de estabilidad, prosperidad y una fiscalidad que despierta curiosidad (y a veces sospechas) en todo el mundo. No es raro que muchos expatriados, empresarios y nómadas digitales se pregunten si realmente Suiza es un paraíso fiscal o simplemente un país con una estructura tributaria inteligente y bien organizada.
¿Cuáles son los principales impuestos de Suiza? ¿Se considera un paraíso fiscal? ¿Cuánto pagan los emprendedores o las empresas establecidas en Suiza? ¿Cómo se puede obtener la residencia fiscal y qué ventajas conlleva?

En este artículo analizamos cómo funciona la fiscalidad de Suiza por cantones, qué ventajas ofrece la residencia fiscal para quienes se trasladan allí y cuáles son los pasos clave para crear una empresa en territorio suizo.
Si estás considerando mudarte, invertir o expandir tu negocio en uno de los países más competitivos y seguros de Europa, sigue leyendo nuestra guía actualizada para entender por qué Suiza sigue siendo uno de los destinos favoritos para vivir y emprender.
¿Es un paraíso fiscal Suiza?
La imagen de la cuenta numerada suiza como el refugio definitivo para el capital opaco, inmortalizada en la cultura popular, es hoy una reliquia del pasado. Aunque el país alpino sigue siendo un titán en la gestión de patrimonios, su propuesta de valor ha sufrido una transformación radical, pasando de la opacidad a la sofisticación en un entorno de transparencia fiscal global.
El fin del secreto bancario
Históricamente, el secreto bancario suizo, consagrado en la Ley Bancaria de 1934, fue la piedra angular de su éxito. El artículo 47 de dicha ley convertía la revelación de información de clientes en un delito penal, ofreciendo una protección casi absoluta. Sin embargo, la presión internacional, especialmente de Estados Unidos tras la crisis de 2008, marcó un punto de inflexión.
La Ley de Cumplimiento Fiscal de Cuentas Extranjeras (FATCA) de EEUU, implementada en Suiza a partir de 2014, fue el primer gran golpe. Esta normativa obligó a las entidades financieras suizas a reportar directamente al IRS (la agencia tributaria estadounidense) la información de las cuentas de ciudadanos estadounidenses, so pena de enfrentar sanciones paralizantes. Este fue el catalizador que demostró que el legendario secreto bancario ya no era inexpugnable.
Intercambio Automático de Información (IAI)
Si FATCA fue la primera grieta, el verdadero cambio de paradigma llegó con la adopción por parte de Suiza del Estándar Común de Reporte (CRS) de la OCDE, conocido como el Intercambio Automático de Información (IAI). Desde el 1 de enero de 2017, Suiza comenzó a recopilar datos financieros de los residentes fiscales de países socios, y el primer intercambio masivo de información se produjo en 2018.
¿Qué significa esto en la práctica? Que, de forma automática y anual, la autoridad fiscal suiza envía a su homóloga en España, Alemania, Francia (y más de 100 jurisdicciones) los detalles de las cuentas financieras de sus residentes fiscales. Esto incluye saldos de cuentas, intereses, dividendos y productos de ventas de activos financieros.
En esencia, el secreto bancario con fines de evasión fiscal ha desaparecido para los países firmantes del acuerdo. Los acuerdos bilaterales que menciona el párrafo original con Alemania o Reino Unido (conocidos como «acuerdos Rubik») fueron una solución temporal que quedó totalmente obsoleta con la llegada del IAI.
De la evasión a la competencia fiscal
A pesar de esta apertura forzada, Suiza no ha perdido su trono. Según el informe «Global Wealth Report 2023» de Boston Consulting Group, Suiza se mantiene como el principal centro financiero transfronterizo del mundo, gestionando alrededor de 2,4 billones de dólares en activos offshore. Aunque su cuota de mercado ha descendido ligeramente desde el pico del 25% mencionado, su resiliencia es notable.
La competencia de centros como Dubái, Hong Kong y Singapur es feroz, y estos se han hecho con una parte importante del crecimiento, especialmente del capital asiático. Sin embargo, la propuesta de valor suiza ha pivotado estratégicamente hacia:
- Estabilidad y seguridad jurídica: En un mundo geopolíticamente volátil, la estabilidad política y económica de Suiza, junto con la fortaleza del franco suizo (CHF), es un activo de valor incalculable.
- Excelencia y sofisticación: Los bancos suizos ya no venden secretismo, sino expertise. Ofrecen servicios de gestión patrimonial, planificación sucesoria y diversificación de activos de altísimo nivel que van mucho más allá de la simple custodia de fondos.
- Privacidad en lugar de opacidad: Es crucial distinguir el secreto bancario para la evasión fiscal (extinto) de la privacidad financiera. La legislación suiza sigue protegiendo la información de los clientes frente a terceros (por ejemplo, en disputas comerciales o divorcios), un nivel de discreción que sigue siendo muy valorado.
En conclusión, calificar a Suiza de «paraíso fiscal» en el sentido tradicional es anacrónico e impreciso. Ya no es un lugar para «esconder» dinero de las autoridades fiscales. Se ha reconvertido en un centro financiero offshore altamente transparente y cooperador que compite legítimamente en base a su estabilidad, su ecosistema de servicios y un entorno fiscal competitivo para empresas y ciertos perfiles de individuos. Pero siempre dentro de las reglas de la transparencia internacional. Su declive ha sido pronosticado muchas veces, pero la realidad muestra una adaptación estratégica que, hasta la fecha, le permite mantener su liderazgo.
¿Cuánto se paga en impuestos en Suiza?
La carga tributaria en Suiza se compone de diversos impuestos recaudados a tres niveles: federal, cantonal y municipal. Esta estructura descentralizada fomenta una competencia fiscal entre los 26 cantones, lo que se traduce en diferencias muy notables en la presión fiscal según el lugar de residencia. A continuación, se detallan los principales impuestos y sus respectivas tasas.
Impuestos a nivel federal
Son aplicables de manera uniforme en todo el territorio suizo. Los más importantes son:
- Impuesto Federal Directo (IFD) sobre la Renta: Es un impuesto progresivo que se aplica a los ingresos de las personas físicas. La tasa se incrementa a medida que aumenta la renta, alcanzando un tipo máximo del 11,5 %. Este umbral se aplica a rentas muy elevadas (por ejemplo, más de 755.200 francos suizos para una persona soltera).
- Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA): Este impuesto indirecto grava el consumo de bienes y servicios. Desde el 1 de enero de 2024, las tasas son las siguientes:
- Tasa estándar: 8,1 %, aplicable a la mayoría de productos y servicios.
- Tasa especial para el alojamiento: 3,8 %, para el sector hotelero.
- Tasa reducida: 2,6 %, para bienes y servicios de primera necesidad como alimentos, medicamentos, libros y periódicos.
- Impuesto sobre Sociedades: Las empresas tributan por sus beneficios a nivel federal con una tasa fija del 8,5 % sobre el beneficio neto.
- Impuesto Anticipado (Retención en la fuente): Se aplica una retención del 35 % sobre los rendimientos de capitales mobiliarios (como dividendos e intereses bancarios) y sobre las ganancias de loterías. Los contribuyentes residentes en Suiza pueden solicitar el reembolso íntegro de este impuesto al presentar su declaración fiscal.
- Derechos de Timbre: Gravan la emisión y el comercio de ciertos valores. Por ejemplo, la emisión de acciones está sujeta a un derecho de timbre del 1 % sobre el capital aportado.
Impuestos a nivel cantonal y municipal
Aquí es donde reside la mayor parte de la carga fiscal y donde se producen las mayores variaciones. Cada cantón tiene su propia ley tributaria y fija sus propias tasas, a las que se suma un coeficiente (multiplicador) municipal.
- Impuesto sobre la Renta y el Patrimonio (Personas Físicas):
- Renta: Cada cantón establece su propia escala progresiva. La carga total combinada (federal, cantonal y municipal) puede oscilar enormemente. Por ejemplo, en cantones de baja fiscalidad como Zug, la tasa máxima combinada puede situarse en torno al 22 %, mientras que en cantones como Ginebra, Vaud o Zúrich, puede superar el 40 % para las rentas más altas.
- Patrimonio: La mayoría de los cantones gravan el patrimonio neto total del contribuyente (activos menos deudas). Las tasas son progresivas y, por lo general, modestas, variando típicamente entre el 0,1 % y el 1 % del patrimonio neto imponible.
- Impuesto sobre los Beneficios y el Capital (Empresas):
- Beneficios: Al igual que con la renta de las personas físicas, las tasas varían drásticamente. La tasa impositiva efectiva total (incluyendo el impuesto federal) para una empresa puede ir desde un 11,8 % en el cantón de Zug hasta más del 21% en cantones como Berna. La media en Suiza se sitúa en torno al 14,9%.
- Capital: Las empresas también pagan un impuesto anual sobre su capital social y reservas. La tasa es baja, a menudo expresada en un porcentaje por mil (‰) del capital imponible.
- Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones: No existe un impuesto federal en esta materia. La mayoría de los cantones lo aplican, pero las tasas y exenciones varían enormemente. Las transmisiones a cónyuges e hijos directos suelen estar exentas de impuestos en la mayoría de los cantones. Sin embargo, para herederos más lejanos o terceros, las tasas pueden ser muy elevadas, llegando hasta el 50% en algunos casos.
- Otros Impuestos: Existen otros tributos cantonales y municipales como el impuesto sobre bienes inmuebles, el impuesto sobre vehículos a motor, impuestos sobre los perros y otros impuestos locales específicos de cada comuna.
Fiscalidad de Suiza para extranjeros o expatriados: ventajas e incentivos
Como avanzábamos antes, Suiza grava a las personas en función de su residencia fiscal. Sin embargo, hay una particularidad que hace que Suiza siga siendo atractiva para extranjeros o expatriados en ciertos casos. Mientras que los residentes están sujetos a impuestos federales, cantonales y comunales sobre su renta mundial y su patrimonio, los no residentes tributan únicamente sobre rentas de fuente suiza.
Los tipos efectivos varían mucho entre cantones —esa heterogeneidad es uno de los principales atractivos para expatriados— y, en general, las ganancias de capital privadas suelen estar exentas.
El lump-sum taxation, también conocido como forfait fiscal
El instrumento más conocido para atraer a personas de alto poder adquisitivo es la tributación por gastos (lump-sum taxation): en lugar de declarar la renta mundial, la cuantía imponible se fija sobre una base vinculada al nivel de gasto (por ejemplo, un múltiplo del alquiler anual), negociada con las autoridades cantonales.
Esto puede reducir sustancialmente la carga fiscal frente al régimen ordinario, pero solo está disponible con condiciones estrictas (normalmente para quienes no desarrollan una actividad lucrativa en Suiza y al incorporarse por primera vez o tras un periodo largo fuera del país).
La disponibilidad, cálculo y ventajas del régimen forfaitario dependen completamente del cantón y de decisiones administrativas individuales: algunos cantones ofrecen condiciones más competitivas, y la cuantía mínima aceptada varía; por eso la planificación previa y la negociación con el cantón son esenciales.
El régimen reduce de forma significativa la carga fiscal y ofrece certeza y estabilidad en la planificación, ya que el importe se negocia directamente con las autoridades cantonales. Por eso, se ha convertido en una de las principales herramientas para atraer a expatriados adinerados, especialmente en cantones como Vaud, Valais, Ginebra o Tesino.
Quién puede acogerse
Solo pueden beneficiarse:
- Extranjeros que se mudan por primera vez a Suiza o regresan tras un largo periodo fuera.
- Personas que no ejerzan una actividad profesional o empresarial en Suiza.
- Generalmente, individuos de alto patrimonio o jubilados internacionales.
Incentivos fiscales en Suiza para trabajadores expatriados
Para expatriados empleados (no sujetos al forfait) hay igualmente incentivos prácticos: desgravaciones por costes de desplazamiento, reembolsos libres de impuestos por gastos derivados del desplazamiento o traslado, y regímenes fiscales especiales para asignaciones internacionales que pueden minimizar el impuesto efectivo durante el periodo de destino. Es decir, Suiza no solo compite por tipos nominales bajos sino por un paquete de ventajas fiscales y laborales.
Desde el 1 de enero de 2025 entraron en vigor cambios relevantes sobre teletrabajo y trabajadores transfronterizos (fronterizos) que afectan dónde y cómo se grava la renta cuando se trabaja a distancia desde el extranjero: nuevos umbrales y reglas de asignación de días trabajados pueden alterar la retención y la responsabilidad fiscal entre Suiza y países vecinos (p. ej. Francia), por lo que los empleados transfronterizos deben revisar su situación con urgencia.
La fiscalidad suiza para extranjeros combina oportunidades reales (forfait, bajos tipos cantonales, exenciones de ganancias de capital) con complejidad y dependencia local—condiciones que cambian por canton y han recibido ajustes legislativos recientes—por lo que es imprescindible una planificación individualizada con asesores fiscales suizos que verifiquen elegibilidad, cuantías y el impacto de las nuevas reglas transfronterizas antes de tomar la decisión de mudanza.
Ventajas fiscales de Suiza para empresas y emprendedores
Suiza ofrece varias ventajas fiscales y estructurales muy atractivas para emprendedores y empresarios extranjeros que deciden establecer o trasladar su empresa al país. A continuación te resumo las principales, con datos y tendencias actualizadas:
🧭 Impuestos corporativos reducidos y competencia entre cantones
Desde la reforma fiscal de 2020 (RFFA), los tipos impositivos para sociedades se han reducido de forma notable.
En 2025, la carga fiscal total efectiva (federal + cantonal + comunal) se sitúa generalmente entre 11,9 % y 21 %, dependiendo del cantón.
- Ejemplo: Zug y Lucerna rondan el 11,9–12,3 %, mientras que Zúrich o Ginebra están en torno al 14–16 %.
Esta descentralización fiscal permite elegir el cantón con la estructura más ventajosa según el tipo de negocio.
🧾 Regímenes especiales para holdings, sedes y empresas mixtas
Aunque los antiguos regímenes preferenciales fueron abolidos con la RFFA, muchos cantones ofrecen incentivos alineados con los estándares de la OCDE, los cuales resultan muy atractivos para ciertos tipos de holdings empresariales o empresas mixtas. Por ejemplo.
- Deducción por ingresos de patentes e intangibles (Patent Box) — permite reducir hasta un 90 % de los beneficios derivados de propiedad intelectual.
- Superdeducción por I+D — hasta un 150 % de los gastos en investigación y desarrollo.
- Step-up fiscal — permite amortizar de forma favorable activos intangibles transferidos a Suiza, reduciendo impuestos en los primeros años.
💼 3. Incentivos para startups y PYMEs tecnológicas
A nivel cantonal y municipal, se otorgan subvenciones, créditos blandos o reducciones fiscales temporales para nuevas empresas, sobre todo en los sectores fintech, biotecnología, inteligencia artificial, energía limpia y manufactura avanzada.
Cantones como Vaud, Zúrich y Zug cuentan con programas de incubación público-privados y acuerdos con universidades (EPFL, ETH Zürich) que facilitan la transferencia tecnológica y el acceso a talento especializado.
🌍 4. Acuerdos internacionales y seguridad jurídica
Suiza mantiene más de 100 convenios de doble imposición, lo que minimiza la retención sobre dividendos, intereses y royalties, y garantiza estabilidad jurídica y confidencialidad.
Además, el país no pertenece a la UE, pero tiene acuerdos bilaterales que facilitan el comercio y la movilidad empresarial dentro de Europa.
🏦 5. Entorno proempresa y facilidad de constitución
Fundar una sociedad (por ejemplo, una GmbH o una AG) es un proceso rápido y transparente, que puede completarse en pocos días. La infraestructura financiera es sólida, con acceso a capital riesgo y a servicios bancarios de alto nivel.
El índice de competitividad global 2024 del IMD sitúa a Suiza en el top 3 mundial en productividad, estabilidad política y eficiencia gubernamental, factores clave para inversores extranjeros.

Residencia fiscal en Suiza: requisitos para obtenerla
La residencia fiscal en Suiza depende fundamentalmente del vínculo efectivo con el país, más que de la nacionalidad. Una persona física se considera residente fiscal si permanece en Suiza con ánimo de establecerse de forma permanente o si permanece más de 30 días trabajando (con actividad lucrativa) o más de 90 días sin trabajar dentro de un año natural. La residencia implica tributación sobre la renta y el patrimonio mundial, aunque existen convenios de doble imposición con más de 100 países que evitan gravámenes duplicados.
Para empleados y particulares, obtener la residencia fiscal suele estar vinculado a la autorización de residencia o trabajo. Los ciudadanos de la UE/EEE pueden establecerse con relativa facilidad si tienen contrato de trabajo o medios económicos suficientes, mientras que los nacionales de terceros países deben tramitar permisos específicos (por ejemplo, el permiso B para residencia prolongada o el permiso L para estancias cortas).
Una vez establecidos, deben inscribirse en el registro comunal, alquilar o adquirir vivienda, y permanecer físicamente en el país la mayor parte del año fiscal. En estos casos, la administración tributaria cantonal determina la residencia fiscal a partir de criterios como el centro de intereses vitales (familia, domicilio principal, empleo, cuentas bancarias, etc.).
Los extranjeros sin actividad laboral en Suiza (por ejemplo, jubilados o rentistas) también pueden solicitar residencia fiscal si se instalan de forma estable y disponen de medios suficientes. En tales casos, pueden optar por el régimen de imposición por gastos (lump-sum taxation), mediante el cual tributan sobre un importe calculado según su nivel de vida en lugar de sobre sus ingresos globales, siempre que no ejerzan ninguna actividad remunerada en el país.
En el caso de las empresas o negocios, una sociedad se considera residente fiscal en Suiza si tiene su sede legal o su administración efectiva dentro del territorio suizo. La “administración efectiva” se entiende como el lugar donde se toman las decisiones estratégicas y se gestiona la empresa de manera habitual.
Esto significa que incluso una entidad constituida en el extranjero podría ser considerada residente en Suiza si sus directivos y operaciones centrales están ubicados allí. Las empresas residentes tributan sobre sus beneficios mundiales, mientras que las no residentes solo por sus rentas de fuente suiza.
En síntesis, tanto para particulares como para empresas, la residencia fiscal suiza se basa en la presencia efectiva y la gestión real dentro del país. La obtención del estatus de residente implica beneficios —como acceso a un entorno estable, acuerdos internacionales y tipos impositivos competitivos—, pero también la obligación de cumplir con los regímenes cantonales y federales de declaración y pago de impuestos.
Por ello, la planificación previa y el asesoramiento especializado son esenciales para estructurar correctamente la residencia y optimizar la carga fiscal desde el inicio.
Cómo crear empresa en Suiza
Crear una empresa en Suiza siendo extranjero es un proceso ágil, transparente y respaldado por una sólida seguridad jurídica. El país destaca por su entorno empresarial estable, su sistema fiscal competitivo y la facilidad para abrir sociedades, incluso por parte de no residentes. No obstante, existen requisitos específicos según el tipo de entidad y el país de origen del emprendedor.
El primer paso consiste en elegir la forma jurídica. Las más comunes son la Sociedad de Responsabilidad Limitada (GmbH/Sàrl) y la Sociedad Anónima (AG/SA). La GmbH requiere un capital mínimo de CHF 20.000, totalmente desembolsado, mientras que la AG exige CHF 100.000, de los cuales al menos CHF 50.000 deben estar pagados al constituirse. La GmbH es ideal para pequeñas y medianas empresas o startups, mientras que la AG suele preferirse para proyectos de mayor tamaño o con varios inversores.
El siguiente paso es la constitución formal ante notario, que implica redactar los estatutos sociales, inscribir la empresa en el Registro Mercantil (Handelsregister) y abrir una cuenta bancaria suiza donde se deposite el capital social. Este proceso puede completarse en una o dos semanas, siempre que se presenten correctamente todos los documentos requeridos, como pasaportes, estatutos y comprobante del depósito del capital.
En cuanto a los requisitos para extranjeros, la ley suiza exige que al menos una persona con domicilio en Suiza (ciudadano suizo o residente con permiso válido) forme parte del consejo de administración o tenga poder de representación legal. Esto no impide que el resto de los socios o propietarios sean completamente extranjeros. Muchos emprendedores internacionales solucionan este punto designando a un representante local o fiduciario suizo, una práctica habitual y perfectamente legal.
Tras el registro, la empresa debe inscribirse en la Administración Federal de Contribuciones (AFC) para obtener su número de IVA, si la facturación anual supera los CHF 100.000, y afiliarse a los sistemas de seguros sociales. Además, cada cantón puede ofrecer incentivos o reducciones fiscales para nuevos proyectos, especialmente en los sectores tecnológico, financiero o de energías limpias.
En resumen, constituir una empresa en Suiza siendo extranjero es un procedimiento rápido y accesible, que combina burocracia mínima, alta protección jurídica y un entorno fiscal competitivo. Con una planificación adecuada —incluyendo la elección del cantón, la estructura societaria y la designación de un representante local—, es posible tener una empresa suiza plenamente operativa en cuestión de pocas semanas.
Cuándo valorar la opción de abrir una empresa en Suiza
Valorar la opción de abrir una empresa en Suiza es especialmente recomendable cuando el proyecto empresarial busca estabilidad, baja carga fiscal, acceso internacional y reputación. Suiza no es únicamente un país con impuestos corporativos competitivos —que en 2025 oscilan entre el 11,9 % y el 21 % según el cantón—, sino también un entorno de seguridad jurídica, política y financiera difícil de igualar en Europa. Estas condiciones la convierten en un destino ideal para negocios que priorizan previsibilidad y eficiencia a largo plazo.
Uno de los momentos idóneos para considerar esta opción es cuando una empresa o emprendedor planea expandirse internacionalmente y necesita una base sólida dentro de Europa pero fuera de la Unión Europea. Suiza ofrece más de 100 tratados de doble imposición, una amplia red de acuerdos comerciales y una posición geográfica estratégica en el corazón del continente, lo que facilita la gestión de operaciones europeas, logísticas o financieras desde un punto central.
También conviene valorar la apertura en Suiza cuando el modelo de negocio se basa en la innovación, la tecnología o la propiedad intelectual. El país cuenta con un ecosistema altamente competitivo en I+D —gracias a universidades como la ETH Zürich o la EPFL— y con incentivos fiscales específicos, como el Patent Box o la deducción ampliada por I+D, que pueden reducir de forma significativa la tributación de beneficios ligados a innovación o patentes.
Para empresas de servicios financieros, consultoría, gestión de activos o family offices, Suiza destaca por su infraestructura bancaria, confidencialidad profesional y marco regulatorio estable, lo que proporciona ventajas comparativas frente a otros centros europeos. En cambio, para negocios intensivos en mano de obra o con márgenes ajustados, los costes laborales y de vida más elevados pueden ser un factor a considerar, por lo que la implantación resultará más atractiva cuando el valor añadido compense esos costes.
En definitiva, conviene valorar abrir una empresa en Suiza cuando el objetivo es optimizar fiscalmente la estructura internacional, garantizar estabilidad jurídica, atraer talento cualificado o fortalecer la credibilidad y el posicionamiento global de la marca. Es una decisión estratégica que no se limita al ahorro fiscal, sino que implica acceder a un entorno empresarial de alta calidad, competitivo y con una de las economías más sólidas y previsibles del mundo.

Soy Ismael Santos, Tu asesor fiscal internacional 4.0. Mi propósito; ayudarte, como emprendedor, a aprovechar tus fortalezas y alcanzar tus objetivos siguiendo un camino probado y eficaz. Porque, seamos sinceros, nadie quiere trabajar para Hacienda más de lo necesario, ¿verdad?